La buena es que en el primer trimestre de 2011 poco más de 264 mil mexicanos lograron colarse en el mercado laboral de la economía formal. La mala, que fue un número menor que en 2010, pues en igual periodo de ese año lo hicieron casi 335 mil. La peor que, como sucede con el ritmo económico del país, se registra una desaceleración en el número de plazas generadas (21 por ciento de diferencia entre un lapso y otro). A pesar de ello, desde el micrófono oficial no dejan de presumir lo "bien" que van las cosas.
Como lo apuntamos ayer en este espacio, en el circuito oficial se habla de la "sólida recuperación" económica, aunque para 2011 y 2012 la propia Secretaría de Hacienda estima tasas de crecimiento 27 por ciento menores a la reportada en 2010. Pues bien, sucede lo mismo en materia de empleo formal, el cual "sigue al alza", pero a un ritmo descendente, y notoriamente insuficiente para atender la demanda real (algo, por lo demás, "normal" en plena "presidencia del empleo").
Sin considerar la cada vez peor calidad del empleo en el país, en 52 meses de calderonato oficialmente sólo se generó poco más de un millón de plazas en el sector formal de la economía (62 por ciento de ellos permanentes y el resto eventuales), cuando la demanda real acumulada se aproxima a 5 millones. Así, en el periodo, y en el mejor de los casos, sólo uno de cada cinco mexicanos en edad y condición de laborar logró colarse a tal sector. ¿Es un resultado para presumir? ¿Permite cacarear que en este renglón el gobierno lo ha hecho de maravilla? ¿Amerita una candidatura presidencial, como el feroz promotor de Javier Lozano (es decir, él mismo) lo asegura? Desde luego que no, pero tiene la cara muy dura e insiste que en 2012 debe ser el "abanderado" para la grande. Otros siguen esa línea, por mucho que ninguno reúna los requisitos mínimos, como Ernesto Cordero entenderá, a quien le gustaría "meter goles" en 2012 (El Universal).
En vía de mientras, para todos aquellos que aseguran que lo han hecho de maravilla, la Organización Internacional del Trabajo advierte que el crecimiento económico sin creación de empleo de calidad no es sostenible, como México comprenderá. "En la mayoría de las economías avanzadas aumenta la proporción de la fuerza de trabajo que abandona el mercado laboral, lo que supone costos humanos elevados y socava la base de la recuperación económica. El desempleo de larga duración ha aumentado: más de 40 por ciento de los desempleados no tienen trabajo desde hace más de un año y, lo que es más preocupante, el porcentaje de personas en edad de trabajar que se encuentran fuera del mercado laboral representa 31 por ciento en el caso de los hombres, y más de 46 por ciento en el caso de las mujeres".
Los jóvenes se ven afectados de manera desproporcionada por el desempleo. Ya antes de la crisis las perspectivas de empleo para ellos eran desfavorables y, aunque la juventud suele ser más vulnerable a las recesiones económicas, los datos obtenidos de crisis anteriores muestran que el desempleo juvenil persiste mucho después de reanudarse el crecimiento. Por consiguiente, resulta esencial apoyar la participación de los grupos vulnerables en el mercado de trabajo y sostener la economía real.
Para sostener la recuperación, apunta la OIT, varios países en desarrollo y con economías emergentes (como México) tienen que consolidar los logros alcanzados mediante el impulso de las fuentes nacionales de crecimiento a fin de contrarrestar el debilitamiento de la demanda para sus exportaciones en los mercados de las economías avanzadas. Las políticas sociales y de empleo bien concebidas pueden contribuir considerablemente a este respecto. No existe una estrategia única y válida para todos que permita lograrlo. De hecho, los obstáculos al crecimiento interno varían de un país a otro, lo que requiere aplicar distintos conjuntos de políticas salariales y de protección social y de inversión en infraestructura, así como iniciativas de desarrollo rural, incluidas medidas para facilitar la creación y expansión de empresas. "En todo caso, el respeto de las normas fundamentales del trabajo y de los derechos en el trabajo es primordial. Resultaría más eficaz impulsar las fuentes nacionales de crecimiento (lo que no sucede en México) para sostener el empleo y reducir los desequilibrios mundiales que las fluctuaciones de los tipos de cambio por sí solas, una conclusión clave que pone de relieve la importancia de las respuestas a la crisis inspiradas en el pacto mundial para el empleo".
La sostenibilidad del proceso de crecimiento se ve amenazada por la persistencia de la evolución desequilibrada de los ingresos, la cual tiene varias dimensiones. Una de ellas es el hecho de que los ingresos procedentes del trabajo han tendido a quedar rezagados con respecto a la evolución de la productividad. En el caso de las economías avanzadas, esto ha contribuido a recurrir excesivamente a la deuda para financiar el consumo de los hogares y la inversión inmobiliaria. En algunos países con economías emergentes, la brecha cada vez mayor entre la progresión de los ingresos procedentes del trabajo y el crecimiento de la productividad ha contribuido a un aumento de la dependencia de las exportaciones de estas economías. Otra dimensión es el creciente atractivo que tiene la inversión financiera frente a la inversión real en las economías avanzadas. En los tres últimos decenios, la inversión como porcentaje del PIB ha disminuido o se ha paralizado en estas economías.
La OIT no deja a un lado los acontecimientos en varios países de Oriente Medio y el Norte de África, toda vez que "han puesto de relieve la importancia fundamental que tienen el empleo y la evolución equilibrada de los ingresos para la cohesión social, que es en sí misma un elemento clave del crecimiento sostenible. Los datos empíricos muestran que el desempleo y las desigualdades de ingresos económicamente ineficientes son los principales factores que explican el malestar social. Esta cuestión merece una atención urgente, sobre todo porque la tendencia al incremento de los precios de los alimentos puede exacerbar la desigualdad de los ingresos", pero en Los Pinos siguen de fiesta.
Ah, por cierto:
Bien por los inquilinos de San Lázaro al exentar de ISR a pensiones y jubilaciones no mayores a 25 salarios mínimos. Qué bueno, aunque para coronar su buena acción y ser consecuentes, los diputados deben voltear a la otra esquina, es decir, aquella donde, felices, se han instalado los que obtienen miles de millones en utilidades y no pagan impuestos.
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